Las posadas, una tradición en extinción
Cada 16 de diciembre, comienza una de las tradiciones más representativas de la temporada decembrina: Las Posadas, resultado del sincretismo entre las culturas mesoamericanas y el proceso evangelizador que surgió con la llegada de los españoles.
Conocidas en un inicio como Misas de Aguinaldo, este ritual se llevaba a cabo en las iglesias, templos a los cuales únicamente podían entrar los españoles; mientras que la población indígena oía esas misas en el atrio. Cabe mencionar, que previo a La Conquista, ya existía un rito para celebrar la llegada de Huitzilopochtli; lo cual aprovecharon los españoles y lo adaptaron al nacimiento de Jesús.
Las Misas de Aguinaldo eran llamadas así ya que luego de la eucaristía, los asistentes recibían como obsequio un poco de fruta; utilizando el aguinaldo como una forma de atraer a los pobladores a las misas; de esta manera surgieron las posadas, así lo explicó en entrevista para Así Sucede Mauricio García Sandoval, profesor de tiempo completo de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de México.
“Esto fue dando paso a que después se fueran creando las llamadas posadas. En el año de 1587 se lleva a cabo la primera posada en Acolman donde ya tienen otra idea y otros símbolos como la piñata que representa los pecados capitales y el palo, esa fuerza que tienen los creyentes para romper con esos pecados”, señaló.
De acuerdo con el investigador, fueron los siglos XIX y XX en los que las posadas tuvieron su mayor auge y es que con el paso del tiempo esa tradición fue cambiando a tal punto que en la actualidad se ha deformado, pasando a ser una mera reunión en la que lo importante es la comida, la música, el baile y las bebidas, dejando a un lado la petición de posada, es decir, la representación del recorrido que hicieron José y María antes del nacimiento del niño Jesús. Hay que recordar que son nueve los días en los que se realizan las posadas, es decir del 16 al 24 de diciembre; representando los nueve días que tardaron en llegar José y María desde Nazaret hasta Belén.
“Creo que esos dos siglos son los que permiten observar una sociedad más conservadora en la que siguen practicando el arrullo del Niño Dios; la petición de posada; el uso de las velas; las bengalas; los cantos; los aguinaldos, esas bolsitas de fruta y dulces; el ponche y la comida. Pero ya a finales del siglo pasado y el inicio de este siglo, se ha ido perdiendo esta tradición porque ya los jóvenes lo convierten en baile, escuchar música; ya no se llevan a cabo rituales como el arrullo del niño, el canto de villancicos, las pastorelas también se han ido perdiendo y han transformado a lo que ahora conocemos como posadas, muchos jóvenes desconocen cuál es el ritual tradicional de la posada”, señaló.
El académico consideró que la globalización ha sido un factor determinante para que la posada tradicional vaya desapareciendo pues de alguna forma acelera el proceso del sincretismo; dejando de lado el ritual para enfocarse en la parte de la diversión, sobre todo entre los jóvenes.
Los aguinaldos; los villancicos; las letanías y las piñatas son algunos de los elementos casi obligatorios en una posada tradicional pero sin duda, uno de los grandes protagonistas es el ponche. Mauricio García Sandoval explicó que esta bebida era utilizada por nuestros antepasados como una infusión para prevenir enfermades.
“Entre los alimentos vemos que sigue estando el ponche, una bebida tradicional de estas fechas y que tiene muchas funciones. Además de ser una bebida apta para toda la familia, también prevenía enfermedades, por todos los frutos que contiene y es que las posadas eran regularmente al aire libre, con el frío las personas no se enfermaran y pudieran estar en las nueve posadas”. Aclaró que el ponche era originalmente una infusión elaborada casi exclusivamente a base de tejocote; algunas flores e incluso hierbas medicinales; con el tiempo se le fueron agregando otros ingredientes como la caña; el piloncillo; la canela; la manzana y la guayaba.
El investigador de la UAEM resaltó que el estado de México tiene un papel fundamental en las tradiciones decembrinas; pues hay que recordar que además de ser considerado Acolman como la cuna de las posadas y la piñata; el municipio mexiquense de Tepotzotlán también ha sido llamado como la cuna de las pastorelas.
Mauricio García Sandoval culminó señalando que para preservar las posadas, la familia tiene un papel fundamental pues es la encargada de transmitir las tradiciones a las nuevas generaciones.