El economista Diego Castañeda Garza acaba de lanzar un libro llamado Desigualdades. Y apareció una entrevista de este autor en el diario español El país, en su edición mexicana.
En la entrevista, Castañeda Garza apunta un dato preocupante: hay una conexión entre la violencia criminal y la desigualdad social. Algo que muchos sospechamos y de lo que este económica y algunos de sus colegas tienen evidencias.
Asegura que la violencia se ha vuelto en México un mecanismo de movilidad social y que por eso muchos jóvenes llegan al crimen organizado. En un país tan desigual y con tan pocas oportunidades como México, muchas personas optan por el camino de la delincuencia y la violencia para obtener, rápidamente, una mejor posición económica.
Desde luego, hablamos de un riesgo para la sociedad. Y de un riesgo para quienes se introducen en el mundo criminal, porque la posibilidad de la cárcel o de la muerte existen. Pero también la posibilidad de la impunidad.
Las actuales políticas públicas para los jóvenes son insuficientes. Cortas, porque se formulan para un sexenio, en el mejor de los casos. Y no desincentivan una malentendida aspiración. Tampoco la encauzan y menos le dan alternativas.
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