POLÍTICA

Marchar (y hacer cuentas alegres)



El fin de semana se celebró la marcha por la democracia en unas 30 ciudades de país, entre ellas la capirucha del estado de México, “la mera nuca”, la ciudad de Toluca de Lerdo. 

Según las cuentas de los organizadores, acudieron tres mil personas. En la Ciudad de México, aseguran que los asistentes fueron 700 mil.

Al margen de la feria de las cifras, el propósito de la marcha fue defender a doña Democracia. De paso al Instituto Nacional Electoral y los organismos autónomos amenazados por las reformas que propuso el 5 de febrero el presidente Andres Manuel López Obrador. Y yendo de largo, pues para criticar al actual gobierno federal.

Esta vez, el arriba firmante coincide con el preciso: algunos de los que marcharon el domingo no dijeron esta boca es mía cuando se cometieron fraudes electorales como el de 1988 o se dieron resultados cuestionados, como los de la elección presidencial del 2006.

Eso es verdadero, como verdad es que el presidente López Obrador tiene muchos pendientes y deudas: la de la seguridad es la más grave, porque las cifras muestran claramente que su sexenio será el más sangriento de la historia reciente, hasta ahora con 179 mil muertos, 20 mil más que en el sexenio de Enrique Peña. También es verdad que los mismos que protestaban ayer por la presencia del Ejército en tareas de seguridad pública, son los que hoy defienden que los militares estén metidos en seguridad, aeropuertos, puertos, carreteras, medicinas, trenes y aerolíneas. Y al revés, que los que hoy cuestionan las amplísimas facultades y campos de acción del Ejército, son los mismos que defendían a grito pelado que el Ejército emprendiera la guerra contra el narco.

Los que hoy aplauden la marcha por la democracia, ni se inmutaban ante el ratón loco, el padrón rasurado, el relleno de urnas y el control gubernamental de las elecciones. Los que ayer se quejaban del fraude, de la intromisión gubernamental en campañas y elecciones, de los programas sociales utilizados como herramienta político-electoral, hoy se hacen que la virgen les habla cuando los acusan de esas prácticas.

Sólo son consecuentes con defender sus intereses personales, de grupo o de partido.

Hasta defender la democracia es cuestión de para dónde sopla la democracia. Siempre y cuando sople en su favor.

Eso sí, los adversarios del presidente hacen cuentas alegres. Dan por hecho que los participantes en la marcha van a votar en automático por Xóchitl Gálvez, la candidata de Fuerza y Corazón por México (PRI-PAN-PRD). Y no, no hay votos en automático. Tampoco hay fidelidad absoluta en las “clientelas”. Sólo existen en la mente de los políticos que se miden ante sus partidos o dirigentes por aquello que llaman “capacidad de convocatoria”.

De nada sirve ir a marchar si no van a votar.

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