Campesinos mexiquenses conservan las tierras de cultivo a través de la agroecología
La Secretaría del Campo celebra el Día Mundial de la Tierra renovando su compromiso con la transición hacia un modelo agroecológico sostenible. Reconocen que este enfoque no se limita a una técnica, sino que considera la protección del medio ambiente y el respeto por los recursos naturales como pilares fundamentales.
El campo mexiquense enfrenta desafíos significativos en cuanto al cuidado del suelo y el agua, especialmente debido al uso excesivo de plaguicidas y químicos en la agricultura, lo que degrada los nutrientes del suelo y contamina el agua. La dependencia de modelos de producción intensiva y monocultivos ha contribuido a esta problemática, generando vulnerabilidad ante plagas y enfermedades.
Para contrarrestar esta situación, la Secretaría del Campo propone rescatar prácticas tradicionales potenciadas con tecnologías actuales, como la rotación de cultivos y sistemas agroforestales. Estos métodos permiten mantener diversos cultivos simbióticos en la misma parcela, reduciendo la dependencia de plaguicidas y fertilizantes químicos.
La participación activa de los productores, ejidos y comunidades es crucial en esta transición hacia la agroecología. Se enfatiza en la capacitación y en la recuperación de los saberes locales. Además, se aboga por nuevas leyes y normativas que impulsen este modelo agrícola más sostenible.
Cultivos como la milpa y el amaranto son destacados por su potencial en la agroecología debido a su resistencia y versatilidad. Se resalta que el 92% de los productores del Estado de México trabajan en terrenos de hasta cinco hectáreas, lo que resalta el impacto positivo que puede tener la transición hacia prácticas agroecológicas.
La implementación de la agroecología no solo beneficia al medio ambiente, sino que también contribuye a la mitigación del cambio climático. Al fomentar la agricultura diversificada, se promueve la recuperación de la materia orgánica del suelo y se fortalecen los mercados locales, reduciendo las emisiones asociadas al transporte de alimentos. En esta línea, los campesinos se convierten en actores clave en la lucha contra la tala clandestina y la deforestación, contribuyendo así a enfriar el planeta y proteger la biodiversidad.