Y se va a terminar el sexenio y muchos nos vamos a quedar con la duda de si se les dio y consintió hacer negocios desde el gobierno a los hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador. El mandatario lo ha negado en repetidas ocasiones pero investigaciones periodísticas dieron cuenta de casos como la Casa gris, tráfico de influencias y adjudicaciones públicas que favorecieron a aquellos y desde ellos a amigos y familiares; ayer mismo el periódico El Universal publicó que un hijo de presidente está involucrado en la construcción del Archivo agrario mediante una empresa que va a cobrar tres veces más el valor posible.
Pero en esto de la injerencia de hijos en el gobierno también se dio con los hijos de Martha Sahagún en la administración de Vicente Fox y luego vimos con Enrique Peña Nieto a sus hijos, esposa e hijastras dándose una vida de lujo. Los hijos de los gobernantes parecen tener impunidad y así se conducen pues van por la vida como si se merecieran incurrir en influyentismo, tráfico de influencias, uso excesivo de privilegios y demás ventajas indebidas.
Lo que hay que ver aquí es que se alimenta el cinismo y se beneficia a unos pocos a expensas del resto de la población. Se supone que nadie esté por encima de la ley y por tanto, tendría que haber una investigación imparcial y transparente sobre presuntas actividades corruptas, así como el procesamiento efectivo y justo en caso de encontrar evidencia suficiente. Todo apunta a que nos vamos a quedar otra vez sin confirmación y sanción; solo mirando.
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