Ya que nos faltan nueve días para que dé inicio la temporada de lluvias en la república mexicana una creencia y por lo mismo dejadez de propios y extraños es que la mala calidad del aire que hemos tenido desde enero va a desaparecer. Y por un lado sí, porque la lluvia puede ayudar a limpiar al arrastrar partículas y compuestos contaminantes hacia abajo y diluirlos en el suelo o el agua. Sin embargo, tratándose de la lluvia ácida, que ocurre cuando los contaminantes se mezclan con el agua de lluvia, es posible que empeore la contaminación.
Por el otro lado, la lluvia no va a desaparecer las fuentes y continuidad de la contaminación y aquí volvemos a lo que ya hemos dicho en otros momentos de usar energías limpias y renovables, fomentar el uso del transporte público y recurrir a tecnologías sostenibles en industrias y procesos de producción y el sector agrícola.
También existe lo que se llama remediación ambiental que es el proceso de eliminar, reducir o neutralizar la contaminación y los impactos ambientales negativos en un sitio específico mediante aplicación de procesos físicos, químicos y biológicos que restauran la calidad del suelo, agua o aire afectados por actividades humanas o fenómenos naturales. Ejemplos son los mantos acuíferos con el fin de restituir las condiciones aptas para la seguridad de los ecosistemas y salud humana.
La lluvia ayuda a limpiar temporalmente el aire y el suelo al arrastrar contaminantes, pero las causas subyacentes requieren la acción de hombre con políticas y prácticas a largo plazo.
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