SEGURIDAD

La familia como fuente de tradición



¿Cómo se vive la muerte en vida? La tradición de Día de Muertos es un ritual que se lleva a cabo en diversos estados de la república mexicana, sin embargo, se vive en distintos matices, olores y sabores. 

 En el municipio de Tejupilco, Estado de México, es uno de los pocos lugares que aún conservan los ritos que fueron heredados por nuestros ancestros, pero vivido desde una historia de lazos familiares y recuerdos de los muertos. 

A los muertos se les recuerda a través de las flores de cempasúchil, con el sabor de la comida, con la música que acompaña a la festividad (Foto: Pexels).

Tejupilco, marcado por la cultura mexica que favoreció los cálidos lazos familiares, una fuerte tradición agrícola que permitió la autosuficiencia alimenticia, riqueza cultural y económica. 

Hoy en día a pesar de que los años han pasado y las generaciones se han transformado, aún existe en el imaginario colectivo la idea de honrar  la muerte, velar las sonrisas y recuerdos de aquellos que familiares que ya dejaron el plano terrenal. 

“En el Día de muertos viene la gente a velar, a cenar con los difuntos, toda la noche”, comentó Sergio Sánchez, velador del panteón municipal, quien además destacó los sentimientos que también se viven en torno a estas fechas, “Algunos vienen con alegría y otros con sentimiento”, lo que hace de esta fecha emocionalmente significativa.

Las familias comienzan los preparativos desde el 31 de octubre con la  colocación de la tradicional ofrenda para recibir a sus familiares fallecidos. Estas, están compuestas por los tradicionales elementos de la temporada: la flor de cempasúchil, el copal, las veladoras, las fotos a quienes va dirigida la ofrenda, su comida preferida, la sal y el agua. 

Para la sociedad, el mitificar la tradición forma parte del imaginario colectivo. Anaid Pérez, investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Uaemex, comentó cómo sucede este ritual:  “Es con las representaciones que nosotros construimos a los mitos, que vamos estableciendo en la idea de las flores, la comida, el papel picado, los niveles en la ofrenda, aprovechando todos esos fenómenos de la cultura de masas”. 

Por ello, es que entre la ornamentación, existen los aclamados arcos de flores en las tumbas, que dotan de una esencia mística al panteón. José Martínez, florista  y artesano originario del municipio, comenta que este elemento cumple dos funciones: como símbolo de entrada a una ofrenda —y así a una tradición en familias—; y también, es un elemento de diferenciación socioeconómica, ya que, “la producción de estos arcos se ha encarecido en años recientes, debido al costo de la flor; sino sube la flor, están a su precio regular”, dijo el artesano José Martínez. 

En promedio estos arcos elaborados de carrizo de caña de azúcar, hojas de plátano y flores amarillas, varían su precio de dos mil quinientos hasta los diez mil pesos, dependiendo de su tamaño; cabe recalcar, que estos arcos no preservan en su totalidad el simbolismo de la flor de cempasúchil. 

Marisol Ocampo, comerciante de flor de cempasúchil, expresó que “los jóvenes se inclinan más a comprar flor comercial que se da todo el año en lugar de cempasúchil aun cuando es más barato”; además agregó, “nosotros como comerciantes jóvenes buscamos seguir con la tradición familiar, trabajando en el centro de Tejupilco en lo que nos gusta y nos apasiona”. Aunado a esto, todavía se halla predominante el uso de cempasúchil en las ofrendas y en las tumbas.

En la actualidad las familias acuden a los panteones a visitar a los difuntos solo por tradición, otros por la necesidad de volver al lugar en el que se encuentran los restos de sus familiares, esto como una forma de reencuentro y casi como una excusa para celebrar la fecha.

Durante esta emblemática celebración, la mayoría de las prácticas rituales que se acostumbran, conllevan la participación de todos los miembros de la familia. La señora Amelia, visita a todos sus difuntos durante el 1 y 2 de noviembre, en Tejupilco y en Temascaltepec, y disfruta colocar las flores y elementos que más disfrutaban en vida sus seres queridos. “Me da satisfacción recordarlos, y las flores son mi manera de demostrar mi afecto”.

Asimismo, Amelia, destaca a esta festividad sobre cualquier otra debido a la tradicionalidad que tiene en la  sociedad mexicana y  la forma en la que todos actúan ante dicha celebración: “Todas las personas tienen buen comportamiento, esta festividad es algo cultural. Nadie se lo toma como relajo y eso está bien”.

Para la sociedad mexicana existen dos perspectivas en las que se celebra el día de muertos: una condicionada por el sentimiento de las personas en recordar a sus familiares a través de ritos que simbólicamente permiten la remembranza de estos; y la segunda, en términos de festejo, como excusa para no solo reunirse y recordar, y vivir la muerte con bailes, música, y mucha comida.

Entonces, cómo se vive la muerte en vida: se vive en familia, acompañados de los seres cercanos con alegría y nostalgia; se vive la muerte en vida, en las prácticas y en los rituales de conmemoración de su partida; se vive, se siente y se recuerda a través de las flores de cempasúchil, con el sabor de la comida, con la música que acompaña a la festividad, con el olor del copal, y con los retratos de quienes alguna estuvieron a nuestro lado. 

La tradición de Día de muertos en Tejupilco se vive diferente por todos elementos distintivos, por la calidez de las personas y por las formas de expresión en que transmiten las prácticas. Refugiándose en el imaginario colectivo, que permite el desarrollo de la identidad de los individuos, así como la formación de un sentido de comunidad.

Por Hanny Michelle Salinas Saucedo, Angélica Torres Hernández, Mariana Martínez Rodríguez, y Guillermo Mejía Menchaca/Estudiantes de la UAEM

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