Un problema grave que caracteriza a México en este siglo es el de los homicidios. Y en este gobierno se superaron las cifras anteriores con más de 160 mil muertes violentas; la autoridad federal ha reconocido la emergencia de este problema pero responsabiliza de la situación a pasadas administraciones.
El asunto es que los homicidios esconden el narcotráfico, acceso a armas de fuego, consumo de drogas y alcohol, desigualdades sociales y económicas, baja educación y masculinidades tóxicas. La situación es tal que los homicidios son la principal causa de muerte en jóvenes, en edades de los 15 a 44 años. Y México se encuentra en la lista de los primeros lugares en tasa de homicidios de América Latina. Tan solo el primero de enero de 2024 se contabilizaron 60 homicidios con los estados de Guanajuato, Jalisco y Sonora.
En esta línea, lo que aplicaría, según la mayoría, es una adecuada estrategia de seguridad pública y cero impunidad, cosa que no ocurre y es visible a todas luces. El gobierno federal ha dirigido sus ideales a la generación de empleo y becas de los jóvenes pero la dinámica del narcotráfico de reclutamiento para sus fines ha podido más. Ahora bien, igualmente es necesaria una policía que no sea corrupta pues muchas organizaciones criminales tienen a policías y expolicías como sus líderes.
Por otro lado, faltan acciones efectivas para evitar el flujo de armas de fuego que llegan al país en compartimentos de automóviles o camiones de carga, entre otros, y que son pistolas, fusiles y ametralladoras. El resultado es que se considera un riesgo vivir en México, se teme al crimen organizado y abunda la impotencia y frustración.
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