La presencia de vendedores y limpiaparabrisas es una constante en cruceros concurridos de Toluca.
En algunos puedes ver de lunes a domingo, en sus horarios habituales, a personajes que ya forman parte del entorno urbano de zonas determinadas.
Los hay simpáticos y ocurrentes, los que comprenden una negativa clara y también los que se muestran molestos e iracundos cuando obtienen un rechazo a su oferta de productos o servicios. Los que por sus reacciones parecieran creer que hay una obligación de los automovilistas y transeúntes de comprarles o de darles una moneda por un servicio.
Adultos y niños. Jóvenes. Hombres y mujeres. Familias o clanes completos que han asumido como propias algunas esquinas.
En algunos opera una especie de rencor económico. O tal vez se encuentran bajo los efectos de algunas sustancias. Patean, escupen, dejan el jabón en el parabrisas, insultan, rayan los autos.
Algunos testimonios de limpiaparabrisas, que incluso se volvieron virales, indican que llegar a percibir hasta mil pesos diarios. Y claro, podría ser una exageración, pero con la tercera parte de esa cifra estamos hablando de una buena cantidad. Desde luego, su presencia permanente señala que se trata de una actividad my lucrativa.
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