Autonomía de la futura presidenta
Una de las preocupaciones de propios y extraños con relación al próximo gobierno federal es si realmente el actual presidente Andrés Manuel López Obrador se retirará de la política y no intervendrá en las decisiones de Claudia Sheinbaum y en qué medida la próxima presidenta lo consultará o hará caso. Pero así como se están manejando las cosas, se deja entrever que la exjefa de gobierno no tendría la capacidad de poner un alto a López Obrador y además, decidir por sí misma qué es lo que debe hacerse sobre todo en asuntos controversiales.
Esto alude entonces a una práctica discriminatoria como es poner en duda la competencia profesional de Sheinbaum basándose en narrativas negativas, prejuicios o estereotipos y lo que le acompaña, estándares en cuanto a comportamiento, habilidades o experiencias necesarias para el cargo.
La futura presidenta de México si bien no ha hecho público un distanciamiento de las convicciones y gobernanza de López Obrador, ha demostrado después de la elección, que designó con libertad a su equipo de colaboradores, se ha reunido sin tapujos con empresarios y presentó sus propios ejes del tema en boga que es la reforma al Poder Judicial.
Claudia ha gobernado, conoce de política desde joven, se advierte de criterio amplio y visión de país y como mujer aporta integridad, inclusión y equidad. Está en sus manos la buena gestión, desempeñarse con honestidad, transparencia, ética, empatía y escucha. Tenemos que confiar y abrir la posibilidad a que detrás de una mujer no hay un hombre que gobierna.