Cuando ya se concentraban los políticos mexicanos en las elecciones del próximo año, se viene el huracán Otis y arrasa con sus prioridades y el puerto más querido de los mexicanos. No cabe duda que la naturaleza y su comportamiento son más poderosos para definir el rumbo del país y también reaccionar a la forma en que se le trata por el ser humano, reflejada a través del fenómeno del niño y el calentamiento global.
Ahora el centro de atención es Acapulco y municipios circunvecinos que viven un escenario de sed, hambre y miseria, aunado al desastre de casas, hoteles y construcciones en general. Los diferendos del gobierno de la república con el Poder Judicial, la precampaña que no pegaba de Claudia Sheinbaum y la postulación de Xóchitl Gálvez que se había ido a la baja pasaron a segundo término.
El puerto de Acapulco es el centro de los quehaceres en México, empezando por el gobierno y pasando por los empresarios y la sociedad civil.
Con base en la Secretaría de Turismo y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el Producto Interno Bruto turístico de Acapulco asciende a 21 mil 827 millones de pesos, considerando el nivel prepandemia.
Por otro lado, a nivel estado, es la fuerza de todo el estado de Guerrero ya que aporta el 65.8 por ciento del Producto Interno Bruto Estatal, lo que equivale a que, por cada cien pesos que produce esa entidad 66 tienen su origen en ese destino turístico.
Acapulco hoy requiere ser prioridad. Que aquellos políticos que tanto presumen de lo que requiere el país den muestras de su participación y auténtico liderazgo.
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